Creo que esta caricatura de Hugh MacLeod refleja de alguna forma el punto de partida desde el que Andrés Pérez Ortega afronta la escritura de Expertología, situación de origen que puede sintetizarse en los siguientes puntos:
- Los trabajos «para toda la vida», esos por los que suspiran todas las madres para sus hijos, han pasado a la historia. Quizás la única excepción sean los trabajadores públicos… de momento.
- Los trabajadores hemos ido convirtiéndonos en una commodity, en artículos de usar y tirar.
- En una economía en la que la importancia del conocimiento es cada vez mayor, los trabajadores cuentan con una oportunidad para reivindicarse: la diferenciación.
¿Crees que reemplazarte sería sencillo? Entonces, como dijo Ronnie Apteker, «si no eres capaz de diferenciarte por alguna razón serás sustituido por cualquier razón».
Pero… ¿cómo diferenciarse? La tesis de Andrés podría resumirse de la siguiente forma: sé un experto y, además, un experto en parecerlo. Gestiona la percepción que generas, es decir, influye honestamente en la imagen que otros tienen de ti. Sabiendo que tú eres una empresa y tu trabajo es tu producto, responsabilízate de tu proyecto profesional y crea tu propia marca. Tu marca personal.
Llevo bastante tiempo leyendo a Andrés, entre otras razones porque el branding personal me interesa desde hace mucho. Estoy convencido de que una marca personal sólida siempre será valiosa para uno mismo y para todas aquellas personas y organizaciones con las que uno se relacione; no en vano las empresas con éxito sabrán convertirse en comunidades de profesionales con valores y objetivos alineados.
Me he atrevido, incluso, a regalar este libro y recomendarlo a muchos seres queridos antes de leerlo… y leerlo no ha hecho más que reafirmarme en mi postura. Es cierto que los planteamientos de Andrés pueden resultar chocantes para muchos. Una de mis amigas más cercanas me dijo antes de leerlo «pero si parece un libro de autoyuda». Y quizás pueda parecerlo, pero es eso, tan sólo lo parece. La filosofía de Andrés dista mucho de las visiones positivistas que confían en las fuerzas ocultas del universo para hacer que las cosas ocurran.
Lo que Andrés defiende es que si quieres que algo ocurra tienes que ser tú el que lo provoque. Lo que Andrés persigue es el desarrollo de una metodología que permita de forma sistemática la consecución de los resultados deseados. La aproximación de Andrés es, si se me permite, científica, y esto es, en realidad, lo revolucionario. Lo que Andrés hace es, desde un punto de vista siempre pragmático, marcar la senda a seguir y hablar de esfuerzo, de sacrificio y de determinación. Todas esas cosas que ya no están de moda, por lo que parece.
En fin, no voy a extenderme más. Este libro ha pasado a engrosar el listado de mis libros de cabecera y, como es natural, se lo recomiendo a cualquiera que tenga una carrera profesional que gestionar.
Creo que Andrés, como yo, toma como referencia un hermoso aforismo de William George Ward:
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
¿Y tú, cuándo te hiciste una «auditoría profesional» por última vez?