Ya entrados en diciembre creo que ha llegado el momento de hacer balance de este año y trazar hoja de ruta para el entrante. Como sabéis, mi ritmo de actualización de esta bitácora ha descendido de forma abrupta en los últimos meses. Los motivos son diversos, pero creo que los principales son los que expongo a continuación y que consisten, esencialmente, en nuevos desafíos profesionales.
Parte I.- Julfer
Parece que fue ayer, pero mi incorporación al equipo de Julfer se remonta ya a junio de 2010. El proceso de internacionalización emprendido y la convulsa situación económica se han confabulado para hacer que 2013 se convierta en un año de reinvención: un año de puesta en marcha de una nueva estrategia corporativa llena de ambición y hambre de futuro.
La implementación de una nueva estrategia requiere adaptación a todos los niveles, siendo uno de ellos un cambio en mis funciones. Así, desde el pasado mes de septiembre he asumido nuevas responsabilidades en calidad de Director Comercial y de Márketing Estratégico.
No es necesario decir que se trata de un gran desafío, que he aceptado consciente de la dificultad de tomar decisiones inmersos en esta crisis que parece no tener fin. Crisis que amenaza con llevarnos a nuevos records de desempleo y que está siendo especialmente dura en el sector construcción. Pero bueno, para qué vamos a engañarnos… a mí siempre me han gustado los retos.
Esta promoción me devuelve a ese nivel jerárquico tradicionalmente considerado como «alta dirección», a esa dimensión estratégica que siempre me ha atraído y a la que no es fácil acceder. A ese punto en el que se encuentran la filosofía -eso que yo hubiera estudiado por vocación- y la gestión empresarial -eso que he estudiado por obligación y devoción a partes iguales-. Dicho esto añadiré que, desde mi punto de vista, los directivos sólo tienen una misión: servir. En mi caso tengo muy claro cuál es mi objetivo principal en el corto y medio plazo: ayudar a que mi equipo venda más y mejor. Esto equivale a sacar a relucir lo mejor de mis compañeros, sabiendo que para eso es necesario que toda la plantilla trabaje con claridad de ideas y una visión inspiradora.
La venta. El arte de construir relaciones comerciales rentables y sostenidas en el tiempo. Generar confianza para lograr que nos den la oportunidad de satisfacer las necesidades y, lo que es más importante, las expectativas del cliente. Cliente que puede estar aquí al lado o en la otra punta del mundo.
Una nueva etapa que encaro con mucha ilusión y el deseo de seguir aprendiendo y compartiendo.
Parte II.- Decimononic
Llegados a este punto es también pertinente que saque a colación este proyecto. Un «invento» que comenzó a bosquejarse en un viaje en coche desde Vigo a Madrid en verano de 2010 y en el que cuento con un copiloto muy especial: mi pareja.
Decimononic nació como experimento creativo en el ámbito de la joyería de autor. Desde entonces ha ido tomando forma, creciendo, ramificándose, materializándose en algo definido. Digo que nació como experimento creativo porque para Irene se trataba de una oportunidad de desarrollar su pasión por el diseño y la artesanía, mientras que para mí era una ocasión para poner en práctica mucho de lo que he ido aprendiendo en todos estos años, una inmejorable oportunidad para mejorar mi formación. Al fin y al cabo, ¿tendría sentido asumir la inversión de cursar formación superior adicional cuando cuento ya con un postgrado en una escuela de negocios de reconocido prestigio y sabiendo, además, que la mayor parte de la oferta formativa en España sirve de bien poco? Honestamente pienso que no. Por consiguiente, prefiero invertir mi conocimiento, mi tiempo y algo de mi dinero en hacer pruebas con pólvora real. Estoy seguro de que me entenderéis si digo que los simuladores de vuelo tienen una función, pero un simulador es una cosa y pilotar una nave de verdad es otra muy distinta.
No es la primera vez que alguien me pregunta cómo lo hago. Cómo logro compaginar un trabajo por cuenta ajena a jornada completa con una actividad tan absorbente como un proyecto paralelo, aunque por ahora no sea más que un pequeño experimento. No voy a decir que es fácil. Tan sólo es posible porque mis circunstancias personales lo permiten (estoy convencido de que si tuviese hijos pequeños esto no sería viable) y porque estoy renunciando a muchas cosas. Consagrar el 90% de tu tiempo libre a una sola actividad es un gran sacrificio que exige disciplina y esfuerzo en cantidades ingentes. Y creo que de aquí a un año vista habrá llegado el momento de sopesar si merece la pena continuar invirtiendo o si, por el contrario, ha sido útil como experiencia didáctica sin más. El tiempo lo dirá.
Lo que sí es cierto es que a estas alturas hay ya cierto camino recorrido. Decimononic ha ido tomando forma gracias a nuestro tesón y las colaboraciones con diferentes creadores y líderes de opinión, a la construcción de una potente red de contactos y una Visión cada vez más clara: ser pioneros poniendo en valor la singularidad de cada individuo. De momento creo que podemos enorgullecernos de habernos convertido en un referente en nuestro microsegmento de actividad, de haber construido un universo alrededor de nuestra propuesta de valor, de que varias de nuestras piezas estén expuestas en estos momentos en el MIBA y de tener muchas ganas de más. En realidad aún está todo por hacer. Para no enrollarme más os dejo un enlace a nuestra valoración de 2012 y un vídeo con nuestra selección de piezas destacadas de este año.
De lo que no tengo ninguna duda es del valor de Decimononic como fuente de enriquecimiento personal y profesional. Me está permitiendo abordar la dimensión estratégica de un proyecto en su conjunto y, al mismo tiempo, su ejecución. Un proyecto que cuenta con la red como entorno natural, que se dirige a un mercado B2C y que nació con vocación internacional desde el primer momento, ya que está orientado a un nicho de mercado muy concreto a nivel global. Algo muy diferente a la mayor parte de mi experiencia profesional, que se ha desarrollado en entornos B2B.
¡Vamos a por 2013!