Aprovechando esta entrada del blog de José Luís del Campo Villares titulada Cuando en boca cerrada no entran moscas… Internet tiene memoria, voy a romper una lanza a favor del «Derecho a Equivocarse».
La gestión de la identidad digital es un nuevo reto que todos tendremos que afrontar (y creo que cuanto antes, mejor). Y sí, hay que tener muy presente que Internet permite acceder a información sobre casi cualquiera y que tal información puede llegar resultar «comprometedora», en mayor o menor medida.
Dicho esto, creo que también es imprescindible recordar que lo escrito no cambia, pero las personas sí. Y es que ya advierte el refranero popular que «el que tiene boca se equivoca». Y digo más aún: cometer errores, siempre y cuando sepa enfocarse de forma adecuada, es fundamental en cualquier proceso de aprendizaje.
Extrapolar esto al ámbito laboral es imprescindible: en la formación de cualquier trabajador tiene un gran peso específico el diagnóstico, análisis y corrección de errores. Si es posible simular estos errores en ensayos controlados mucho mejor aún, pero en términos generales las oportunidades para acceder a este tipo de entrenamiento suelen ser limitadísimas. El conocido método del caso es un ejemplo claro, aunque hay más.
Disponer de autonomía, con la correspondiente asunción de responsabilidad, exige la consciencia de que los errores, aunque deben ser minimizados, se producen. Y de que cada uno de estos errores es una valiosa oportunidad para extraer una lección.
Reivindiquemos el «Derecho a Equivocarnos», porque son estas equivocaciones las que más nos forjan como profesionales… si nos atrevemos a preguntarnos cómo sacar el máximo partido de ellas.
Porque de todo aprende quien está dispuesto a aprender, creo yo.