Creo que es la primera vez que escribo aquí sobre Twitter. Todos sabemos que se trata de una de las redes sociales con mayor crecimiento en los últimos meses, tanto a nivel local como global. Parece que diferentes opciones de monetización de este servicio gratuito comienzan a perfilarse en el horizonte, tanto por su potencial como fuente de información como por sus posibilidades en el ámbito corporativo (sobre todo «de puertas para adentro» de las organizaciones, desde mi punto de vista).
Estoy cansado de leer sobre sus bondades, pero no soy usuario de Twitter. Al menos por ahora. Y reconozco que la idea me tienta por momentos, pero tan sólo por interés «profesional». Por el mero hecho de familiarizarme con su funcionamiento, de poder saciar mi curiosidad. Desafortunadamente no dispongo de tiempo ahora mismo para ponerme a ello, quizás más adelante, quién sabe.
En cualquier caso, lo que tengo bastante claro es que hoy por hoy no me aporta nada relevante porque considero que mis necesidades de comunicación están cubiertas mediante el uso de otras herramientas. De hecho, la cantidad de usuarios que se hacen una cuenta para abandonarla poco después sigue siendo uno de los mayores problemas de Twitter. Y es que eludir la regla 1-9-90 no es nada fácil.
En fin, Twitter nos brinda un interesante caso de crowdsourcing, ya que ha dejado en manos de sus usuarios la localización de su página web, un decidido paso adelante en su proceso de internacionalización. ¿Intrigante? En absoluto. Coincido plenamente con Marek Fodor. Nada de costes, sino puro marketing.
Algunos, como hace Enrique Dans en esta entrada de su blog, defienden a ultranza la «legimitidad» de esta medida. Desde luego no seré yo el que la ponga en duda. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que traducir no es baladí y que una traducción imprecisa tiene todas las papeletas para convertirse en una fuente inagotable de quebraderos de cabeza. Y claro, después pasa lo que pasa, como señala Juan García en esta genial entrada de blogoff. Yo creo que no hubiera estado mal plantear el proceso de otra forma… y si no que se lo pregunten a Pablo Muñoz Sánchez, que aborda la cuestión desde una perspectiva profesional en Sobre Twitter en español, sus fallos de traducción y el crowdsourcing.
¿Será que el equipo de Twitter suscribe esa célebre sentencia de Óscar Wilde que reza «lo importante es que hablen de uno… aunque sea bien»?