Vuelvo sobre el tema. Vuelvo sobre el tema porque el futuro de cualquier empresa depende de su éxito en la adaptación al medio, es decir, de su capacidad para innovar con éxito. Al fin y al cabo nuestras necesidades como seres humanos permanecen inmutables desde el principio de los tiempos, pero nuestro entorno cambia incesantemente. Y esto implica, entre otras cosas, que estamos «condenados» innovar para que nuestros competidores no nos dejen atrás.
Innovación entendida en el ámbito empresarial como creatividad aplicada, es decir, como el proceso de transformar ideas en productos o servicios rentables. Innovación como respuesta a la pregunta ¿cómo puedo satisfacer esta necesidad de mejor forma? ¿Qué demandan mis clientes que nadie les está ofreciendo?
¿Hay alguna empresa que no innove? Por supuesto que no. El reto es, en realidad, cómo lograr innovar de forma ágil y sistemática. No en vano esta actividad está llamada a convertirse en un proceso crítico de negocio que, como tal, debe ser planificado, organizado, ejecutado y controlado. Y para esto hay que tener unas cuantas cosas claras:
- Es posible innovar en múltiples dimensiones. Es habitual que nos limitemos a pensar en la innovación como el desarrollo de nuevos productos y servicios, pero resulta imprescindible ir más allá. Me gusta especialmente la clasificación de la consultora Doblin con sus diez tipos de innovación: «The ten types of innovation».
- La innovación debe estar alineada con la estrategia de la empresa e impulsada por sus máximos responsables, pero esto no es suficiente ya que la responsabilidad de innovar es demasiado importante para recaer en exclusiva sobre una persona o un departamento: innovar debe ser cosa de todos. La cuestión es… ¿cómo conseguirlo?
- Explicando qué es innovar y el proceso a seguir: búsqueda de oportunidades, generación de ideas, evaluación de ideas, desarrollo de ideas e implementación de innovaciones.
- Convenciendo a todos los implicados de la importancia de la innovación y aclarando qué se espera de ellos.
- Definiendo una estructura, formal o informal, que permita estimular y canalizar con agilidad los esfuerzos en innovación.
- Estableciendo procesos sencillos para:
- Administrar la innovación, de modo que cualquier persona pueda aportar ideas, al margen de su posición en el organigrama. El objetivo es minimizar el tiempo que transcurre desde que alguien tiene una idea y dicha idea se monetiza.
- Evaluar las ideas: criterios a seguir, personas responsables y toma de decisiones. Tan sólo un porcentaje muy pequeño de las ideas llegan a plasmarse en innovaciones, la cuestión es determinar cuáles sin morir en el intento.
- Definiendo métricas de innovación:
- De entrada: por ejemplo, ¿a cuántos clientes hemos entrevistado para detectar oportunidades?
- De proceso: por ejemplo, ¿cuánto dura el proceso promedio de evaluación de una idea?
- De salida: por ejemplo, ¿cuánto tardamos en lanzar una idea al mercado (time to market)?
- Haciendo que la innovación se convierta en uno de los parámetros a valorar en el desempeño profesional. ¿Cómo van a beneficiarse aquellos que aporten valor? Incentivar de forma adecuada es imprescindible. Esto implica también desarrollar una cultura corporativa que sea tolerante con los errores, como elemento inevitable en todo proceso de aprendizaje (os suena eso de «El derecho a equivocarse», ¿verdad?).
- Por último, pero no por ello menos importante, es fundamental cuantificar los recursos que la empresa está dispuesta a invertir en innovación y, como es lógico, calcular el retorno de esta actividad.
Por último, voy a rescatar un recuerdo de mi visita a la edición del Salón Miempresa de este año. En este evento tuve la oportunidad de escuchar cómo Imanol Muñoz resumía el proceso de reinvención e internacionalización de Lorpen y creo que se trata de un ejemplo realmente inspirador. ¿Cuánto creéis que puede innovar una empresa que se dedica a algo aparentemente tan poco glamouroso como la fabricación de calcetines? Leed con atención este artículo publicado en ICEX Informa con el título «Los calcetines tecnológicos Lorpen dan la vuelta al mundo» y… manos a la obra.