Ha pasado ya el verano, damas y caballeros, y toca retomar el «curso académico» con energías renovadas. Al menos todos aquellos que hayan podido desconectar o que tengan un curso académico que retomar. De lo que no hay duda es de que en los próximos dos meses se dirimirá el rescate a España y, probablemente, el futuro del Euro.
A estas alturas el gobierno ha llevado a cabo numerosas medidas de «ajuste» más o menos afortunadas que han venido impuestas por nuestros acreedores (la clave no es el nivel de deuda, sino la capacidad para pagar en tiempo y forma a nuestros acreedores)… y suma y sigue, porque la travesía del desierto va para largo. No obstante, hay una medida que parece haberse quedado en el tintero: la ley de emprendedores.
Os cuento esto porque, como cada mes, el pasado viernes rescaté del buzón un número de la revista Emprendedores. Además de poner negro sobre blanco la importancia de racionalizar el surrealista Régimen Especial de Trabajadores Autónomos patrio (RETA para los amigos) y de fomentar el emprendizaje para superar la crisis -esto es habitual-, ponen un caso de éxito que me ha llamado la atención poderosamente. Casi he tenido que restregarme los ojos y releer de nuevo estas líneas, porque en España es algo tan raro como un elefante amarillo:
Y para evitar esa fuga de talentos, Auñon y López-Urrutia ofrecen a sus intraemprendedores la posibilidad de que destinen un día a la semana de su jornada laboral a emprender. “Ese día se les descuenta de sus sueldos y nosotros les aportamos espacio, tecnología, experiencia, contactos, desarrollo y parte de la inversión”.
Señores Federico Auñon y Santiago López-Urrutia, de Artline Solutions, sepan que me han dejado boquiabierto con su iniciativa. ¿Habrá esperanza aún para este país?