Me alegro de poder decir que me enorgullezco de haber dedicado los últimos cinco años de mi carrera a la actividad comercial. Ojalá todo el mundo pudiese decir algo así, que se siente orgulloso de su actividad profesional.
Sin embargo, esta actividad no goza de un especial prestigio social en España, a pesar de que en términos comparativos se encuentra entre las mejor remuneradas. En los últimos días he mantenido varias conversaciones al respecto, en las que salieron a colación los típicos comentarios derivados de las malas prácticas de algunos ¿profesionales? Comentarios sin ánimo de ofender, claro está, se trataba de charlas de carácter personal con amigos que estoy teniendo la suerte de re-encontrar tras mi mudanza a Madrid. Y, además, comentarios perfectamente justificados.
He comenzado esta entrada afirmando que me siento orgulloso de todo el esfuerzo y el tiempo que he dedicado a las ventas. ¿Por qué? Se trata de una pregunta fácil de responder: porque la labor de un comercial, desde mi punto de vista, consiste en generar riqueza mediante la creación de relaciones mutuamente beneficiosas entre empresas y, por extensión, entre personas. Porque las empresas están formadas por personas y la experiencia me ha enseñado que este factor humano tiene un gran peso en el establecimiento de relaciones comerciales. Y esto es así porque un comercial se dedica, esencialmente, a generar confianza. Ése es el valor añadido que aporta a las organizaciones, a la sociedad en que vivimos.
Cómo no estar orgulloso, me pregunto.
SkiterSkiterio dice
Pues muy facil: con que tengas un jefe cabron y sin principios se te jodió la fiesta y te tocará llegar a casa habiendole mentido a más de un cliente.
Asi funciona España. Ojalá pudiera ser habitual lo que sientes. Felicidades.
Alfaya dice
Bienvenido Skiter,
A menos que se tenga una visión marxista de la vida (estoy rememorando esa célebre frase de Groucho que reza «estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros»), ante un jefe con ese perfil la mejor opción suele ser… cambiar de jefe. Y cuanto antes, porque va a ser más fácil eso que lograr que modifique su forma de pensar.
En cuanto a lo de engañar a los clientes, no lo recomiendo; ninguna relación a largo plazo es sostenible sobre una base de mentiras. Y ya se sabe lo que pasa antes o después con las huídas hacia adelante.
En este país a veces da la impresión de que todo vale, lo que pasa es que yo no me lo creo. Cuestión de principios, supongo.
Muchas gracias por la visita (y el comentario)!
Pablo Rodríguez dice
Desde luego que no todo vale, y aunque hay mucho «vendedor de mercadillo», por suerte hay también profesionales como tú, que tienen claro lo que debe ser una venta y una relación a largo plazo.
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Alfaya dice
¡Muchas gracias Pablo! :)