En 2006 tuve el placer de disfrutar de 10 días en Estambul. Mi hotel estaba situado en el distrito de Beyoğlu, a menos de cinco minutos de la İstiklâl Caddesi (calle comercial por excelencia de la capital otomana), de modo que durante esos días pude recorrerla de arriba a abajo en unas cuantas ocasiones.
Una de las muchas cosas que me sorprendieron fueron los helados turcos o dondurma. Su textura es muy diferente a la que resulta familiar para los españoles, entre otros motivos por la utilización de salep (harina de orquídea silvestre) en su elaboración. El resultado es un helado que parece no derretirse nunca y con un toque chicloso.
En Istiklal hay varias heladerías, de modo que se plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo lograr una diferenciación efectiva cuando la competencia, que ofrece un producto análogo, se encuentra a unos metros de distancia? Con esta cuestión han tenido que enfrentarse generaciones de comerciantes en todo el mundo, agrupados por barrios en un vestigio del sistema gremial. Sistema que resultó útil durante siglos, ya que facilitaba que los clientes encontrasen lo que estaba buscando (los directorios de empresas no estaban precisamente al orden del día), promovía cierto corporativismo, facilitaba los suministros…
En fin, rescato todo esto porque el vídeo que incluyo a continuación me ha arrancado una sonrisa. Y es que siempre hay forma de diferenciarse. Recordadlo.
httpv://www.youtube.com/watch?v=fvUQQF5S4Dg
Y si no, que se lo pregunten al pescadero del barrio de Ángel María Herrera o a Jordi. ¿Qué Jordi? A «Jordi maricón», cómo no.
Vídeo vía | Juan Carlos Sanjuán
Economía sencilla dice
Jajaja, qué risa, bueno, el turista hay que reconocer que tiene paciencia…
Muy buen ejemplo de la tesis, siempre hay manera de diferenciarse, y el tendero del vídeo, la verdad es que tiene arte…
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Alfaya dice
El turista tiene más paciencia que Santo job, pero también es cierto que el tendero se lo curra a base de bien :)
¡Un abrazo!